Ahora no le temo.

Ayer por la noche, después de mucho tiempo, me visitó de nuevo... Se metió sigilosamente bajo mi sábana, subió lentamente por mis pies hasta seguir por mis muslos, trepó por todo mi torso y se metió en mi garganta; bajó por ella hasta posarse en mi pecho, justo entre mi corazón y mi seno izquierdo. 


Siento cómo me aprisiona y mi respiración se agita, me roba el aire, me susurra que algo no anda bien; no sé bien qué, pero me convence de ello. Me desespero, siento cómo no se va, me tiemblan las manos. Algunas veces intento dormir para no sentirla, deseando que al despertar se haya ido. Aunque al abrir los ojos sigue ahí, me mira como diciendo "aún no entiendes lo que tengo que enseñarte". Comprendo finalmente que evadirla no hará que se marche, y la dejo estar, presto atención a cada sensación que genera en mi cuerpo. Me habita el tiempo que sea necesario. Ya no intento que se vaya, ahora escucho lo que tiene que decirme. Hasta que sin darme cuenta, se ha ido.

Aún le guardo un espacio para recibirla de visita cada que tenga algo nuevo que mostrarme, con la diferencia de que ahora no le temo.

Comentarios

Entradas populares