Como retazos de mezclilla.

 Pues sí, ella tenía razón, el amor no necesariamente se construye a base de situaciones perfectas, encuentros planeados por cupido ni historias basadas en novelas románticas. Es solo que en ese momento no estaba preparada para entenderlo, tenía que experimentarlo por mi propia cuenta. Mi alma tenía que procesarlo y vivirlo.

Desde muy chica crecí creyendo en ideales: la pareja ideal, la hija ideal, la casa ideal, la familia ideal... Y por esas mismas creencias sufrí y fui decepcionándome de a poco. Empecé a notar que no estaba cumpliendo con casi todos esos patrones en mi vida.

La primera de esas decepciones surgió con la separación de mis padres. Tenía tan solo cuatro añitos, no comprendía mucho del tema, pero sólo sabía que no me gustaba ver a mi mamá tan deprimida. Fue algo que me llevó muchos años y madurez poder procesar. Una vez que lo fui aceptando, todo se hizo más sencillo y llevadero. Me di la oportunidad de conocer a la pareja de mi papá, de a poco nos fuimos acercando y al tiempo ya me caía muy bien. Tenía un carácter fuerte, eso sí, pero al mismo tiempo la consideraba muy agradable, divertida e interesante. Admiraba su manera de expresarse y encarar ciertos asuntos, hasta compartíamos gustos musicales. Recuerdo que al principio la culpaba de haber separado a mis padres y disuelto a mi familia. Pero un poco más tarde, comprendí que la causa por la cual la condenaba, no era más que por amar a mi padre.

Durante los meses que conviví con ellos, en una oportunidad estábamos solas las dos en la cocina, nos quedamos haciendo sobremesa un rato largo como solía pasar los domingos luego del almuerzo. Me encantaba conversar con ella ya que generalmente lo hacíamos sobre temas que me despertaban mucho interés. En esa ocasión me contaba algo sobre lo complicado que había sido su infancia con una madre que se había suicidado y un padre que siempre se mostró frío y violento. Pero que estaba agradecida con la segunda madre que le había regalado la vida, que aunque no era la biológica, se había comportado como tal. Esa señora y su familia se encargaron de hacerla sentir como una más. Al rato me dijo lo que se me quedaría grabado hasta el día de hoy: "La familia no necesariamente es papá, mamá y hermanos, a veces una familia llena de amor tiene un poquito de aquí y de allá." Recién en ese momento hice clic respecto a ese tema que tanto me había costado superar. En el fondo yo seguía deseando que mi padre volviera a casa para seguir siendo la "familia perfecta". Ahí comprendí que no había pensado en él ni un solo segundo, solo estaba pensado en mí y en el bendito patrón social que seguir. Lo más importante era verlo feliz, además del increíble regalo que conllevaba esto: mi hermanito. En definitiva él fue la luz que afianzó por completo los lazos de esa grande y tan variada familia.

Algunas uniones implican caos al principio, alguien más puede salir lastimado por el hecho de que dos personas se amen y quieran estar juntas. La buena noticia es que esto no es para siempre, todo proceso de cambio conlleva un poco de conflicto, pero una vez superada esta etapa y cuando están bien calmas las aguas, entiendes que, absolutamente todo era necesario y valió la pena.

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